miércoles, 29 de diciembre de 2010
sábado, 4 de diciembre de 2010
Ya empiezo a notar las arcadas,
la comida, o lo que queda de ella, subiendo por mi garganta,
las rodillas ancladas en el frío suelo,
siento asco, repulsión por la satisfacción que siento.
Y lo peor es que no lo puedo evitar.
Juré que no volvería a hacerlo jamás.
Juré que mis nudillos no volverían a destrozarse.
Juré que mis dedos no rozarían mi garganta.
Y ahora me veo a mi misma arrodillada,
enfrente de mi peor y mi mejor amigo,
y a una ya antigua amiga sonriendo a mi lado.
Tiene la palabra muerte grabada en la sonrisa,
y aun así, la fuerza de atracción que genera en mí es superior,
y caigo en sus brazos.
Hola otra vez. Ya no tengo fuerzas para luchar contra ti.
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